Una vez más ella rompe el esquema, camina tan bonita y mueve su belleza.
Me descubrí incontables veces pensando acerca de las millones de cosas que me exasperan. Me encontré poniéndome de mal humor porque alguien está en un lugar, más si son nenes. Me molestan los perros, las moscas y mosquitos, la luz mientras duermo, la falta de crédito, de ropa o zapatos nuevos, no comer hamburguesas en Mc Donald’s, que la gente hable porque abrir la boca no cuesta nada, levantarme temprano, adaptarme a cambios, no tener un Shopping o cine cerca, que las personas se victimicen o tapen defectos con virtudes, que se enojen y no den un POR QUÉ, el ruido de los cubiertos sobre los platos, la cumbia, los villeros, Bailando por un sueño y sus múltiples programas, los errores de ortografía, la falta de un lápiz y un papel siempre a mano, los que se visten mal, los que critiquen lo que envidian, y estar lejos de quienes amo. (Para nombrar algunos).
Bueno, eso me califica como una persona odiosa en realidad. Y como yo, hay cientos. Cientos de personas quejosas dando vueltas por el mundo. Dándole importancia a aquello que no lo tiene y dramatizando aquello que realmente es relevante. Soy susceptible a la simple brisa del viento que me despeina, a la lluvia que me moja y al sol que me quema. Y eso de irritarme tan fácilmente también me molesta en sobremanera.

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