Una vez más ella rompe el esquema, camina tan bonita y mueve su belleza.

If I was perfect..
Si yo fuese perfecta seguramente mediría aproximadamente 20 cm mas de lo que me atribuyo… Tendría piernas largas y delgadas y no tendría qué envidiarle a Kate Moss. Seguramente conservaría mi peso, distribuido en ese perfecto metro setenta y monedas. Si lo fuera, tendría piel tersa y no me amenazarían ni las estrías ni las celulitis. Mi busto sería digno de admirar y mi cola mas firme que el yogurt que tengo en mano.
Si yo fuese perfecta no sería soberbia, ni autosuficiente y caprichosa. Sería social y contestaría con una sonrisa siempre, aunque me pregunten si me caí mientras me ven desarmada en el piso.  Sería solidaria y tendría gestos cálidos con los demás. La seguridad en mi misma sería tan grande que me llevaría el mundo por delante sin estrellarme contra ninguna pared. No lloraría mas que de alegría y mis recuerdos serían todos felices, al igual que mi presente, igual que mi inevitable futuro si yo fuese perfecta. No dependería de la existencia de nada ni de nadie, el apocalipsis no llegaría en caso de que a mamá se le ocurra irse tres años a China sin celular, ni Internet ni ningún medio de comunicación existente. Mi puntuación sería 10, no solo en el colegio, sino en la vida en general. Si fuera perfecta no me molestaría ni siquiera ir en un colectivo lleno de gente vestida de color naranja. No intentaría encontrarle la quinta pata al gato, entendería simplemente que tiene cuatro y con eso sería feliz.
Si yo fuera perfecta me enamoraría inevitablemente de mí misma…
Pero no soy perfecta, estoy muy lejos de eso y no me apena. Me gusta amar a otros mas que a mí misma, me gusta administrar mi tiempo pensando en él y tenerme que esforzar para lograr mis objetivos. Me gusto así de complicada, caprichosa y rebuscada.  
Me gustás así... Loco y dicharachero.
Cura a través de la palabra... En cualquiera de sus sentidos. En todos diría yo.

No creo pedir muchas cosas en verdad... Pido algo de viento, para que me despeine el cabello de esa forma graciosa, como cuando juegan a entrelazarse. Pido que estés... Ahí, inerte si te parece mejor, pero pido sentir tu respiración para seguir respirando.  Pido lágrimas, y no secarme de tanto llorarlas. Pido soledad, un espacio para mi misma, para conversar con mis pensamientos y mi imaginación. Pido al mismo tiempo que nunca me dejen sola. Pediría paciencia, pero ya sé que sería mucho pedir. Pido esas cosas simples de la vida que me dejan sonreirle al cielo, cada día, una vez mas...
Te comportas de acuerdo con lo que te dicta cada momento, y esta inconstancia no es algo heroico, es mas bien algo enfermo. No quiero soñar mil veces las mismas cosas, ni contemplarlas sabiamente. Quiero que me trates suavemente.
Lo importante es la búsqueda de lo abstracto para llegar a lo real. De lo desconocido para llegar a lo tangible. De irrumpir en las sombras, en lo más recóndito del ser, para llegar a la luz...

‘La vida conspira en mi contra’. Esa es una frase muy mía, de mi autoría creo yo. Y digo creo porque quizá en algún momento de mi vida la oí decir, o la leí en la cantidad de libros que pasaron por mis ojos o quien sabe… Pero en realidad o tengo noción de ello, así que la clasifico como pura y exclusivamente mía. Muy optimista como verán. Pero así de optimista soy en verdad, así que no me molesta, ni me ofende, ni me doy lástima siendo así. La digo varias veces, en esos momentos que todos tenemos, en esos en los que la gran mayoría suelen decir ‘no pego una’. En lugar de eso, yo lo hago un tanto más dramático con esa frase demoledora: ‘la vida conspira en mi contra’ y algunas veces muta, intercambiando ‘la vida’ por ‘el mundo’. Y esto de decirlo no es soplar palabras al viento y ya. No, no. Claro que no. En absoluto que no. Es simplemente porque siento que todo lo que pudo haber ocurrido, cada circunstancia, cada dicho, cada acto, cada todo que pasó, fue con la intención de que a mi las cosas me salgan como no pretendía. Una especie de efecto mariposa para el mal. Para MI mal.
Pero hubo un día, mas que día noche, mas que noche amanecer, en el cual los astros se alinearon y algo especial rondaba en el aire. Los planes se desvanecieron y la vida cambió de rumbo.  Es esa vez en la vida en que lo que tiene que ser ES. Una especie de sentencia que te hace estar ahí, en ese lugar a esa hora. Es esa coincidencia de destinos, esa sincronía con la vida. Es ese momento, tal como fue ese día, noche u amanecer como le quieran llamar, en el que por fin,la vida conspiró a mi favor.

Tengo algo en el pecho que no me animo a contar. No me animo a contar mas bien porque no lo sé describir. En realidad no lo sé describir porque no sé qué carajos es. Bien, así me encuentro. Así de ‘no sé cómo’. Pero sé que con algo en el pecho que se asemeja al bienestar que le sigue a la crisis. Pero es como que aun no lo asimilé. Estoy en trance. O mejor dicho en transición. Estoy viviendo esos momentos de la vida que te llegan muy de vez en cuando y que vos, que te conciderás una de esas personas sin suerte (como yo me califiqué mas de una vez) no podés creer que te esté sucediendo a vos. Es que simplemente esas cosas solo son para personas afortunadas…
Pero bueno, hoy me toca a mi, a la sin suerte, a la que sufrió mas de la cuenta. Y hoy disfruto sin reservas, canto adelante del espejo (nada bien, debo reconocer) y miro un dos mil once luminoso, alto, en la cima del cerro, con la soledad mas acompañada de todas y esa pregunta… ¿Lo veré cuando rece dos mil sesenta y pico así? Así como hoy, así como siempre soñé. Así, desde la otra orilla, con el universo a mis pies. Dueña y señora de todo; de mi, de vos…

Encontrarle el sabor a la derrota.

No siempre ganamos, es rebuscado intentar encontrar algo más sabido que eso. El punto no se encuentra en perder, sino más bien en cómo nos tomamos esa pérdida. Para ser sincera a nadie le gusta sentirse derrotado, en especial a mi. Me siento mal conmigo misma, porque no hice lo que hacía falta, porque actué mal o porque en ese momento las palabras más erróneas fueron las que escupió mi boca en una forma de impulso nervioso irreversible. En fin, por tal o cual motivo, no lo logré y es ahí cuando llegan los reproches, los famosos supuestos del estilo: ‘que hubiese pasado si…’, las preguntas, las respuestas que uno solo se responde y las conclusiones. Todo ahora se centra en esa maldita conclusión en la que suelo ser la responsable de todo lo acontecido aunque muy en mi interior sepa que la pelee con todas las armas que tuve a mi alcance. Aún así, no sirve, mi mente me expone como la principal y única causante de mi evidente derrota. ¿Y qué es lo que gano con eso? Nada, claro, si ya perdí. Ahora encima de perdedora me siento culpable.
Pero después de transcurrido un tiempo medianamente considerable la paz vuelve a restablecerse, cada cosa encuentra su lugar, se producen cambios y ahí estas vos, (o yo, o quien quiera que sea) agradeciendo ese instante en el cual perdiste abismalmente la lucha contra la vida, porque tomaste revancha y no te dejaste caer. Ganaste porque APRENDISTE, de eso se trata todo, de perder para luego ganar en una especie de rueda en la que a veces estamos en la cima y otras tantas (muchas para mi gusto) estamos abajo. Ese es el buen sabor que le encuentro a la derrota hoy en día: la experiencia, lo vivido, lo aprendido.

Nada puedo hacer si no tengo un buen objetivo en mente. Nada de nada. Porque en sí, si puedo. Hago, pero solo porque sí. Y hacer porque sí es lograr cosas que no entendés, que no sabés, el ‘algo’, algo que no buscaste, que no quisiste encontrar pero que te vino. Es así, siempre, sin un objetivo claro, lo que se encuentra no se interpreta. Por ello yo me fijo objetivos, concretos, mas concretos que los sustantivos de esa clase, de esos tan contrarios a ‘amor’. Esos objetivos hacen que yo haga, porque lo tengo que lograr. Ya lo tengo en la cabeza y cada día delineo el plan perfecto para llevarlo a cabo. Si llegó a mi imaginación hay que hacerlo realidad, porque mis objetivos no son nada extravagantes, son de esos que con voluntad se logran. Y voluntad me sobra. Para mis objetivos, para otras cosas me falta. Soy de esa clase de persona que cuando algo se les mete en la cabeza sea como sea lo tienen que lograr, que tener; por las bunas o por las malas (mejor por las buenas). Algunas veces el fin justifica los medios, otras no.
Pero en fin, hoy hago y deshago siguiendo esos planes que me van a hacer llegar victoriosa al podio de los sueños concretados. Perdón, me corrijo, algunos no son sueños… por ejemplo, yo cada día me levanto y me fijo como meta pasar el día lo mas llevaderamente posible; cada lunes la meta es pasar la semana hasta que nuevamente sea viernes. Y además tengo desarrolladas técnicas psicológicas para lograrlo. Cada día, al levantarme a las seis y diez en punto comienzo por mi rutina, que cada día es igual, ru-ti-na. Pero a media mañana pienso que ya hace alrededor de cuatro horas que me levanté y que falta mucho menos para salir de la cárcel que cuando me desperté a las seis y diez, y en consecuencia menos para terminar el día y para que llegue el siguiente. Así hago sucesivamente cada hora. Pienso en lo que pude pasar, no en lo que me falta, esa es mi forma de que el día sea llevadero, como quien dice… me ayuda a cumplir objetivos.
Y hablando de objetivos, en estos días me planteé el más importante. Quizá hasta me anime a decir que el mas importante de mi vida. Pienso ‘pasar’ dos años, pienso pasarlos casi como imperceptiblemente. Pienso hacer un puente y no vivir esos dos años, los pienso ‘dormir’. Para despertar y ser feliz. Igual, en ese dormir me permito soñar, y mis sueños dicen que voy a verte cada quince días, tres días miserables, durante dos años.