Una vez más ella rompe el esquema, camina tan bonita y mueve su belleza.
Alguien en su momento habrá creado la estúpida frase de: Nadie ni Nada es perfecto. Pienso que ya debe estar muerto porque es una frase de antaño que la habremos repetido incontables veces todos los humanos después de escuchar algo como: es perfecto. Siempre creí en su veracidad, pero ya no. Sinceramente pediría una llamada al cielo (o al infierno, no sé que habrá sido de él o ella) y le diría: "vos que una vez dijiste que nada ni nadie es perfecto, vení un ratito y miralo a Joaquín a los ojos y después decime si seguís pensando lo mismo". Y no hablo solamente de su evidente belleza, sino de que es el bebé más comprador que conocí en mi vida. En realidad nunca me gustaron los nenes, pero eso tiene Joaqui, él te encanta sí o sí. Te sonríe y ya todo tiene otro sentido. No tiene maldad alguna, es tranquilo, no llora -cuando Candy me dice 'está llorando' siempre le digo 'eso ni es llorar'- es sano, nos da felicidad a todos los que estamos a su alrededor, sí es PER-FEC-TO. Perfectirijillo diríamos con mi amiga- casi hermana, casi madre- para que no pierda su 'qué sé yo' tan especial. Y ahora ya estás re grande, me emocionás hermano: te sentaste solito en mis piernas, te arrodillaste, intentaste pararte- todo al mismo tiempo- quisiste tocar todo lo que se encontraba cerca tuyo y me hiciste pasar verguenza- no sé cómo poner diéresis con el teclado en 'verguenza', me doy lástima- porque traté de hacer muchas cosas al mismo tiempo, hablar con Candy, con el mozo, entretenerte a vos porque parece que estabas aburrido y te hacía estar inquieto, retar a Maxi por mensaje y darle al mozo las cartas. ¿Resultado? Terminé dándole tu juguete, me miró y me dijo 'es tuyo'. Se rió, y nos reímos todos. El punto es que la perfección sí existe y tiene nombre y apellido: Joaquín Tamagnini Laffatigue.  

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