Nada puedo hacer si no tengo un buen objetivo en mente. Nada de nada. Porque en sí, si puedo. Hago, pero solo porque sí. Y hacer porque sí es lograr cosas que no entendés, que no sabés, el ‘algo’, algo que no buscaste, que no quisiste encontrar pero que te vino. Es así, siempre, sin un objetivo claro, lo que se encuentra no se interpreta. Por ello yo me fijo objetivos, concretos, mas concretos que los sustantivos de esa clase, de esos tan contrarios a ‘amor’. Esos objetivos hacen que yo haga, porque lo tengo que lograr. Ya lo tengo en la cabeza y cada día delineo el plan perfecto para llevarlo a cabo. Si llegó a mi imaginación hay que hacerlo realidad, porque mis objetivos no son nada extravagantes, son de esos que con voluntad se logran. Y voluntad me sobra. Para mis objetivos, para otras cosas me falta. Soy de esa clase de persona que cuando algo se les mete en la cabeza sea como sea lo tienen que lograr, que tener; por las bunas o por las malas (mejor por las buenas). Algunas veces el fin justifica los medios, otras no.
Pero en fin, hoy hago y deshago siguiendo esos planes que me van a hacer llegar victoriosa al podio de los sueños concretados. Perdón, me corrijo, algunos no son sueños… por ejemplo, yo cada día me levanto y me fijo como meta pasar el día lo mas llevaderamente posible; cada lunes la meta es pasar la semana hasta que nuevamente sea viernes. Y además tengo desarrolladas técnicas psicológicas para lograrlo. Cada día, al levantarme a las seis y diez en punto comienzo por mi rutina, que cada día es igual, ru-ti-na. Pero a media mañana pienso que ya hace alrededor de cuatro horas que me levanté y que falta mucho menos para salir de la cárcel que cuando me desperté a las seis y diez, y en consecuencia menos para terminar el día y para que llegue el siguiente. Así hago sucesivamente cada hora. Pienso en lo que pude pasar, no en lo que me falta, esa es mi forma de que el día sea llevadero, como quien dice… me ayuda a cumplir objetivos.
Y hablando de objetivos, en estos días me planteé el más importante. Quizá hasta me anime a decir que el mas importante de mi vida. Pienso ‘pasar’ dos años, pienso pasarlos casi como imperceptiblemente. Pienso hacer un puente y no vivir esos dos años, los pienso ‘dormir’. Para despertar y ser feliz. Igual, en ese dormir me permito soñar, y mis sueños dicen que voy a verte cada quince días, tres días miserables, durante dos años.
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